martes, 22 de noviembre de 2011

Meditación post-electoral


Bienaventurados sean


los que llaman “responsables y prudentes” a quienes les roban

esos pobres seres vulnerables que llaman “valientes” a las medidas que toman quienes, desde la comodidad y seguridad que les da el poder y la riqueza, diseñan planes para esquilmarles

esa gente que llama “moderados” a los extremistas y “extremistas” a los moderados

esos que llaman “líderes” a los asesinos y “terroristas” a quienes se les resisten

los que llaman “conservadores” a los depredadores y “lunáticos” a quienes quieren conservar lo que aman

esa gente que considera “infantiles” a los que protestan y “gente seria” a los que les rompen las piernas y la cabeza

los condenados a muerte que bendicen a sus verdugos y les dan la bienvenida en nombre de un futuro mejor

los que, detestando con asco ser lo que son, se identifican fervorosamente con lo que sueñan que son

los que, frente a un espejo roto, ven a un millonario en ciernes

esos pobres que sienten, con desprecio, que la corrupción es cosa de pobres

esas pobres gentes que votan a los ricos y corruptos y que, con los resultados en la mano, proclaman risueños: “¡Hemos ganado!"

los que, cuando tienen miedo de un incendio, huyen corriendo hacia las llamas

los que, cuando tienen miedo de un naufragio, gritan “¡Más agua, más agua!"

los que creen que, si cada uno se salva a sí mismo, nos salvaremos todos

esa pobre gente incapaz de comprender que los malos de las películas de James Bond son los jefes de James Bond

esos Rompetechos que, frente a un lobo feroz que enseña los incisivos chorreando sangre, exclaman arrobados: “¡Qué corderito tan bonito!"

esos españoles que, cuando oyen "Hay que salvar a España", piensan que verdaderamente España es alguien que está pidiendo auxilio

esos catalanes que, cuando les cobran impuestos desde Madrid protestan por el “agravio” y cuando les saquean sin piedad sus compatriotas gritan con euforia: "¡Independencia!"

esos que, cuando oyen decir "Hay que hacer las cosas como Dios manda", oyen un concepto definido, nítido y claro de cómo hay que hacer las cosas - y de qué cosas se está tratando

esas gentes que, cuando sienten que les meten la mano en el bolsillo, respiran aliviados pensando que alguien está “combatiendo el déficit público”

todos esos que cuando sufren, son maltratados, son pisoteados, son despojados y ninguneados tienen la íntima sensación de que, por fin, se están haciendo bien las cosas (y lo de antes, ja, era una ingenuidad sin remedio)


Bienaventurados sean, y perdónalos, tú, Señor, que yo no puedo.


Oración final:

Líbranos, Señor, de los sensatos, de la buena gente, de los pacíficos, de los moderados, de los serios, de los prudentes - y danos cualquier cosa a cambio, cualquiera, da igual - no puede ser peor.


Amén

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Democracia griega

Papandreu dio marcha atrás en su plan de convocar un referendum en Grecia. No se esperó a conocer el resultado; ni siquiera es el contenido de un hipotético referendum lo que se sabotea: aunque cualquier referendum hubiera podido ser manipulado con descaro, es simplemente el amago, el gesto de proponer algo a la gente lo que resulta intolerable.

Todo el mundo ha visto la presión: las bolsas se hundieron; los medios de comunicación serios hablaron de 'caos'; los alemanes y franceses paralizaron la transferencia de dinero - el mundo entero le apuntó a la cabeza a Papandreu.

No, no se puede consultar al pueblo. Ya no es el soberano.

Eso es Grecia, sí, Grecia: la patria de la democracia. ¿Alguien necesita algún otro signo de que el pacto democrático ha fenecido?

Con un cinismo capaz de sorpender incluso a quien ha teorizado sobre él, en lugar de ponerse inmediatamente a modificar las circunstancias que hacen posible que alguien tengan nada que corregir de la decisión política de los ciudadanos, todo lo que se hace es intentar, desesperadamente, acertar con la voluntad de los 'mercados'. Su voluntad es superior a la de los ciudadanos y debe guiar la de estos. Dicha superior voluntad, cual la de un moderno Yahve, es interpretada cada día por sus sacerdotes y sacerdotisas, a quienes podemos llamar 'las Siglas': FMI, OCDE, BM, UE, CEOE, PP y otro montón de espontáneos.

Por ese camino, y para salvar la mascarada, los 'mercados', por boca de las Siglas, acabarán directamente por señalar el candidato al que deben votar los ciudadanos en las elecciones. Los políticos actuarán, ya sin rebozo, como gestores puros y duros de los 'mercados'. A continuación, ante el antagonismo irresoluble cada vez más patente entre el sistema político (democracia) y el sistema económico (capitalismo), se obligará a los ciudadanos a elegir entre uno y otro. Al final se intentará, sin muchos rodeos, convencerles de que deben salvar el dinero sacrificando la libertad. Eso no resultará difícil de aceptar a quienes piensan que con Franco no estábamos tan mal.

Y al revés: en el pellejo de Grecia queda meridianamente claro que, para que un sistema político democrático pueda sobrevivir, no queda más remedio que liquidar el sistema económico actual. Para ello, precisamente, hay que conseguir un modelo económico en que el dinero no pueda comprar o estrangular, sino acatar la voluntad política de los ciudadanos.

Y bien, ¿qué hacer? ¿Qué puede usted hacer para empujar todo esto en la dirección correcta? Le propongo algunas medidas al alcance de cualquiera, para empezar, un poco a bote pronto:

1. Exija siempre pagar el IVA (mientras existe): denuncie a quien le proponga no cobrárselo. Duele pagarlo, de acuerdo, pero es una manera inicial de combatir el fraude fiscal. Ahora le están recortando a usted el sueldo porque en su día aceptó no pagar el IVA.

2. Denuncie sistemáticamente a 'su' banco: presente quejas y reclamaciones por todo (comisiones, para empezar, pero también vale un error en la dirección postal a la que le escriben). Considere 'su' banco aquél al que más denuncia: denuncie ante el Banco de España los incumplimientos y arbitrariedades de 'su' oficina bancaria. Si no obtiene respuesta, denuncie al Banco de España. No deje pasar ni una. Entierre a los bancos en papel.

3. En el colegio de sus hijos exija saber cuánto ganan los profesores y sus horarios laborales - si es concertado o privado, ya verá qué flojera le da.

4. Respete estrictamente su horario laboral: no acepte horas extras, ni siquiera remuneradas. Sólo eso: entre y salga exactamente a la hora que indica su contrato.

Ah, y no presuma usted de trabajar, por dios. Los 'mercados' ganan cada vez que usted dice "Esos malditos funcionarios no hacen más que tomar café". A los 'mercados' les gustan los esclavos felices de serlo, así que tome usted café, hombre (o mujer).

5. La llamada 'crisis' tiene cosas buenas. No poder gastar en tonterías es muy educativo. No espere que se la impongan los gobiernos títeres de los 'mercados': impóngase usted mismo la austeridad voluntaria. Si la 'crisis' no le mata de hambre, disfrute de vivir una vida sin lujos - todos los sabios la han recomendado. Combata el consumo. Si todavía puede, ahorre en un calcetín y dispóngase a liquidar el sistema.

6. Sabotee la publicidad: no compre nada que se le ofrezca por vía de la publicidad. Castigue a las empresas que gastan mucho en publicidad. No compre ningún producto o servicio que se publicite en inglés o con un nombre en inglés - verá qué difícil se le hace comprar y todo lo que ahorra.

7. No compre ningún producto de ninguna multinacional (verá qué difícil, también). Aplique la 'trazabilidad' a todas sus compras, no sólo a las de alimentos: compre siempre el producto manufacturado más cerca de su casa y sobre cuya manufactura tenga usted garantías (dentro de lo posible, vaya).

8. Exija a su Gobierno que la evasión fiscal y el fraude fiscal sean considerados crímenes muy graves. Exija para ellos, en los casos más ejemplares, cadena perpetua y el cumplimiento íntegro de las penas. Exija que no se negocie con los defraudadores. Asóciese a la Asociación de Víctimas del Fraude Fiscal. Exija a su Ayuntamiento que les dediquen una plaza.

9. Exija que el derroche de dinero público sea tipificado legalmente como delito: en este momento (¿lo sabía?) no existe la figura delictiva del derroche de dinero público por parte de los gestores de ese dinero.

10. Exija que se instituya por ley la obligación de que los cargos públicos (y, ya puestos, sus familiares directos) sólo puedan acceder a servicios públicos: salvo para suicidarse, un cargo electo sólo podrá recurrir a la sanidad pública, y sus hijos sólo podrán acudir a centros educativos públicos.

11. Exija topes salariales (como en la NBA): nadie, en ninguna profesión podrá ganar ilimitadamente. Ni siquiera Kobe Bryant. Difunda públicamente los datos fidedignos de los ricos de que disponga -o pasadme la información, por favor.

12. Exija a su Gobierno que el comercio justo internacional se imponga por ley: sólo se importarán productos de aquellos países que demuestren fehacientemente que mejoran las condiciones de vida de sus trabajadores.

13. No acepte la respuesta "No hay dinero". Sí, sí hay dinero. Exija a su Gobierno que investigue el monto de las ganancias privadas durante la 'bonanza' y el destino de ese monto. Exija que ese dinero se confisque y reinvierta de inmediato en beneficio colectivo.

14. Exija a su Gobierno que persiga el dinero donde se esconde. En primer lugar, que se imponga un 'corralito' a los paraísos fiscales: nadie podrá enviar o sacar dinero de ellos (salvo para entregarlo a los poderes públicos) sin incurrir en delito grave. Es un paso previo a la declaración de guerra...

15. Hable sin pelos en la lengua con sus vecinos y amigos: convénzales de lo que le proponemos (si es que usted está convencido, claro).

domingo, 6 de noviembre de 2011

La muerte de un (moto)ciclista

Recientemente falleció un corredor de motocicletas italiano, apellidado Simoncelli. Al parecer (yo no lo he visto, no soy capaz) perdió el equilibrio en una maniobra cuando conducía la moto a toda velocidad entre otros motociclistas que conducían las suyas con la misma prisa o mayor. Al parecer, también, decidió no soltarse del manillar, así que la moto lo arrastró por mal sitio y los otros motociclistas, con serio peligro de sus propias vidas, lo atropellaron hasta matarlo.

Yo, que he vivido épocas de mucha censura y mucha prohibición, no soy prohibicionista de casi nada. Así que tampoco voy a decir que estoy a favor de que se proscriba una actividad, como las carreras de motocicletas, que consiste en consumir gasolina sin ir a ningún lado, contaminar el aire sin producir nada a cambio, provocar un ruido insoportable a kilómetros y, llegado el caso, jugarse el físico hasta, como se ha comprobado una y otra vez, la muerte de los concursantes. Venga, va: si se quieren matar, que se maten...

Pero de no prohibir a fomentar, promocionar y encumbrar, como hacen los medios de comunicación públicos (vamos a limitarnos aquí a los públicos), ya hay un buen trecho. ¿Qué es lo que tiene todo eso de educativo?

Pero, bueno, ¿qué está pasando? A ese mismo piloto de carreras, que en paz descanse, hace cuatro días sus compañeros de fatigas lo denunciaban públicamente, indignados con sus maniobras temerarias - que ya habían propiciado alguna rotura de huesos de sus compañeros, en concreto de un tal Pedrosa. Por lo visto no era raro que un profesional de la velocidad en motocicleta se quejara de la conducción "agresiva" del difunto. Había tirado a uno en Mugello, a otro en Assen, a otro en... Sin ir más lejos, este verano, el 25 de junio, otro de estos corredores de motocicletas llamado Jorge Lorenzo, quien por lo visto tiene jerarquía, afirmaba de Simoncelli (si hay que hacer caso de la publicación Marca): "Es un inconsciente, yo le quitaría la licencia".

En fin, si ya hay que ser bastante inconsciente para dedicarse a lo que se dedican, imagínese usted cómo tenía que ser el fallecido, que en paz descanse, ya digo, para que un compañero de profesión le echara ese piropo. La muerte de Simoncelli no ha sorprendido a los lectores de prensa deportiva: estaba de Dios que iba a matarse... Bueno, pues ese insensato, ese conductor agresivo, a juicio de los expertos, se convirtió, de la noche a la mañana, por el mero hecho de morirse sin soltar la moto o, más bien, a pesar de ello, en un "héroe", un "gran profesional", un personaje carismático y extraordinario y no sé cuántas cosas más, según los medios de comunicación que se financian con el dinero público. Se lo escuché personalmente a un locutor titular de Radio Nacional de España, casi le costaba contener la emoción que sentía.

¿Se imaginan?: "Ese muchacho se estaba ahogando, pero decidió no salir a la superficie. Es un héroe,", o "Ese chico es un ejemplo: el piano se le venía encima, pero se puso farruco y no se apartó". El recorrido que ha de hacer el sentido común es excesivo, ¿no?

Esta línea editorial sólo puede explicarse, entiendo, porque este tipo de promociones forman parte de la política de empleo del Gobierno. Como faltan empleos para todos los que somos y/pero, no habiéndolos, debe haberlos porque sí, porque hay que emplearse o joderse, últimamente observo que las ideas para que la gente se gane la vida (y, por lo tanto, la pierda) se ajustan a un patrón: de cualquier tara se hace una profesión de moda.

Así, de un inconsciente se puede siempre hacer un inconsciente profesional, y ya tenemos un superferolítico corredor de motocicletas (o de motos de agua, pongo por caso). La economía se ha enriquecido con esta visión. Con un buen máster, de un chanchullero de la hostia se puede sacar un chanchullero de la hostia profesional, y ya tenemos un banquero astuto, un trader osado o un broker consumado. Según esta agenda oculta del Gobierno para el empleo de la que hablamos, para obtener un CEO profesional de primera fila o un sales manager de primera fila profesional o cualquiera otra de todas esas nuevas profesiones que se anuncian en la Business School del barrio, uno profesional-profesional, no se necesita más que un tarado bien profesionalizado.

En último extremo, si desgraciadamente uno no tiene verdaderas taras que profesionalizar, siempre se puede uno emplear como estafador de ancianos profesional, trabajando para una variedad de empresas legales dedicadas a sacarles muy profesionalmente los ahorrillos a esos inútiles a quienes ya se les ha pasado el arroz y no quieren el dinero para nada.

Y bien, esta política de empleo (producir, por ejemplo, insensatos profesionales a quienes, cuando se matan, hay que encomiar como héroes para que los niños quieran imitarles), ¿no es un poco forzada? A ver, vuelva usted a leer el paréntesis. Claro que a lo mejor no, y soy yo al que le chirrían las bujías.