domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Buena o mala?

El Foro Económico Mundial nos ha degradado en la asignatura de Competitividad. Nos ha condenado al 33 puesto de la clase – “Detrás de Brunei”, refunfuña, un poco racista, El País. Los periodistas pronuncian el número del ranking chascando la lengua.
Y, ¿qué razón aduce el FEM para ponernos tan mala nota?, pregunta uno a mi derecha. Le respondo: “El mercado laboral español es demasiado rígido: hay que flexibilizarlo. ¿Te suena la canción?”
“Me suena la canción”, dice el de mi derecha. Y, ¿no es raro que el diagnóstico y la receta del FEM coincida punto por punto con el del PP, el de la CEOI, la OCDE y con otras siglas, todas ellas con sede en Davos, Suiza?
Pero nada de lágrimas. A renglón seguido, prácticamente sin transición, porque las noticias de economía llevan poca publicidad, el periodista nos informa de que, en cambio, la agencia Moody’s, con sede en Nueva York, ha reexaminado la solvencia crediticia de España. Y fruto de su minuciosa corrección de nuestros ejercicios, se nos ha elevado a la marca AAA (por ominosa que suene, la Matrícula de Honor) en lugar de AAB, el purgatorio de credibilidad al que habíamos caído.
Y ahora, ante esas noticias, ¿qué hacer? ¿Debemos alegrarnos porque la economía española sube, o entristecernos porque baja?, ¿debemos felicitar a la oposición o condolerla? Mientras los de Davos deben de estar bastante contentos con nosotros (aunque, naturalmente, quieran más) yo me siento como aquella heroína de película sado. Cuando le zurraban con el látigo, se preguntaba, la pobre: “¿Me habré portado mal… o me habré portado bien?”

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