jueves, 1 de marzo de 2012

Las bodas de Economía y Mercado

Una nueva mitología se está fraguando delante mismo de nuestras narices. Tiene todos los rasgos de una nueva religión y, en muchos casos, esa fe substituye ya con ventaja a las viejas y gastadas creencias.

Al frente de esta religión está la Gran Diosa Economía, heredera de las grandes hipóstasis de la Antigüedad, gracias a las cuales conceptos enigmáticos y convenientes, como Fortuna, Victoria, Paz o Libertad, se personalizaban primero y se sacralizaban a renglón seguido. Economía es la diosa a la que todo se sacrifica. Antigua divinidad doméstica, enemiga mortal de su hermana Ecología y mundialmente célebre por sus crisis periódicas de histeria, ella nos promete felicidad tan pronto como esté satisfecha - pero nunca parece estar satisfecha y siempre exige más sacrificios.

Recientemente (en términos universales, digo) hemos asistido a su matrimonio inquebrantable con el dios Mercado, en la raíz de cuyo nombre (Merc-) podemos todavía percibir los acentos de tantos otros dioses y advocaciones vinculadas al comercio y a los ladrones: Mercurio o la Merced, pongo por caso. Como esposo de Economía tiene un gran trabajo que hacer: regular sus ciclos periódicos de malhumor contra los mortales. El dios Mercado es, como lado masculino de la coyunda, lo Sagrado, lo Incuestionable: poner en duda sus poderes testiculares así como su vínculo natural con Economía es un gran tabú, y a quienquiera que se le ocurra tendrá que sufrir graves acusaciones y persecuciones sin cuento - y sin embargo (perdóneseme la herejía), el vínculo que les une tiene todo el aire de una fe supersticiosa: nada prueba que el dios Mercado sepa regular el carácter hostil que la diosa muestra hacia los mortales.

Como le sucede al viejo dios uno y trino de la religión católica, o a la Hidra de múltiples cabezas, el dios Mercado también conoce a las Personas del Verbo. En su forma plural (los Mercados), exhibe su naturaleza irracional, infantil, caprichosa y agresiva, pues éstos siempre han de ser “calmados”, “tranquilizados”, etc. Para propiciarlos, hay que seducirlos y así también congraciarse con la diosa: eso se consigue, al parecer, mediante una buena "imagen" (por ejemplo, "la imagen de España").

Entre los hijos, primos y demás familia de esta sagrada coyunda hay una constelación de pequeñas y no menos poderosas divinidades menores. En primer lugar hay que hablar del dios Empleo. Escaso y esquivo, constituye la Gran Coartada, la Gran Invocación - el amuleto en cuyo nombre (en la forma, por ejemplo, la “Creación, Generación de Empleo”) se permiten todas las violaciones, todas las agresiones y tropelías.

Estas violaciones de los mortales son perpetradas por las 9 Reformas. Como las Harpías o las Furias de la mitología grecolatina, las Reformas pretenden no dejar títere con cabeza: sientan bien a Economía, pero dañan a la gente sin compasión. Instrumento efectivo de los sacrificios exigidos por la Diosa, sus nombres se repiten incesantemente como mantras a través de todos los Medios de Comunicación. Pegando la oreja a la radio o al televisor, podemos escuchar en boca de los imames llamados “periodistas” tres Dades, tres Encias y tres Ciones: las Dades son Competitividad, Flexibilidad y Productividad; las Encias son Excelencia, Eficiencia y Transparencia; y las Ciones, Desregulación, Privatización y Liberalización

(P.D. Es posible que haya más Reformas que estas 9, y el lector con buen oído es animado a pegar hebra y seguir anotando, pero la misteriosa simetría nominal exigida por las Mitologías de prestigio aconsejaban este bonito número, igual que el de la Musas, y su reparto por tríos).

La nueva Mitología ha generado, naturalmente, sus coros eclesiásticos, sus instituciones y sus principados, poderes y potestades. En primer lugar en este capítulo habría que mencionar a las Siglas: sacerdotes e intérpretes infalibles de la voluntad de la diosa y de sus machos superiores, los Mercados. Ellas saben lo que Economía o los Mercados “desean”, “exigen”, “esperan”, “demandan”, etc. Entre las Siglas más recurrentes e influyentes podemos citar a FMI, OCDE, BM, OMC, UE, BCE (aunque, ciertamente, a veces estos hipocorísticos mutan en advocaciones de tipo local como “Bruselas”, “Berlín” o “Washington”).

Junto a las Siglas debemos mencionar a las Agencias, divinidades propias del folklore norteamericano, que constituyen una forma especial de Encias. Vigilantes activos (de ahí su nombre) de la aplicación de las Reformas, su poder es inmenso, porque son los emisarios (ángeles justicieros) de los irracionales Mercados y traducen en cifras los deseos insaciables de Economía.

N. B. El dios Dinero ha desaparecido de la nueva Mitología: no se habla de él. Se habla de financiación, inversiones, capitalización, recursos económicos y otras mil expresiones, pero mentar al "Dinero" es de mal gusto...

N.B. 2 Nótese que en este marco de creencias, la gente no tiene mayor importancia. Cuando se la menciona se hace bajo advocaciones que ponen de relieve su condición de practicantes y creyentes de la fe económica: no diga ciudadano o trabajador, no diga siquiera gente o pueblo - diga consumidor, contribuyente, empleado/desempleado, etc.

De las gentes sólo se espera que no ofrezcan resistencia a los sacrificios efectuados en el altar de la diosa Economía: si el sermón desde el púlpito no basta, la policía termina la faena.

6 comentarios:

  1. Los xmenob mayas hacían sacrificios humanos en los cenotes para invocar la lluvia, y el pueblo, asustado y contrito, los asumía. Los Mercados exigen interminables y masivos sacrificios humanos para invocar un goteo mágico en el que el pueblo, asustado y contrito, ha puesto su fe y su Esperanza de que le salpique por caridad. Mientras tanto, nuestros sumos sacerdotes siguen abriéndonos en Canal ahora para la consagración del agua.

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  2. La verdad, prefería la mitología tal y como me fue enseñada, con devaneos y coyundas solo motivadas por el puro instinto sexual, por impulsos testiculares arreando con lo Sagrado a unos y a otros pero de manera indiscriminada, sin mirar bolsa o cuna ( lo mismo jodían a reyes y príncipes que a pobres que pasaban). Esta, tan selectiva, por cierto que no me acomoda. Lo que sí me place, y mucho, es haber descubierto este blog, cuya existencia desconocía. Una cosa buena trae esta situación, esta malhadada crisis que vivimos, y es que enardece tu pluma y hace que sus ecos atinados me lleguen y pueda rememorar dichosos días de universidad y juventud. Y a modo de despedida me presento: soy Daniel Expósito, y tuve el gran placer y privilegio de ser alumno tuyo. Espero que me recuerdes, porque yo no te olvido. Y a ver si me agencio tu último libro, porque busqué con ahínco El Largo Aliento pero no lo conseguí. Así tendré una excusa para ir a verte y que me lo dediques. Un abrazo :)

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  3. Muy ingenioso y representativo de la situación actual. Habría que enviar una copia como evangelio a los sumos sacerdotes de Bruselas para las liturgias y expiaciones de urgencias.

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  4. Ton parallèle antiquo- contemporain est excellent ! Moi, je vois les Agences plutôt comme les prêtresses des divinités : elles lisent et déduisent, comme dans les entrailles du boeuf sacrifié, les % du Temple mondial Wallstreet !
    Bises !
    Nathalie Roulet Casaucau

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  5. Enrique Bernárdez4 de marzo de 2012, 16:03

    Valeo si vales. Pues sí, muy bien, vivimos en un mundo mitológico que sustituye el real, igual que los "daños colaterales" suavizan el asesinato de inocentes, o que la denominación "objetivo blando" es una perfecta manera de hablar de "personas indefensas" sin decirlo. El mundo de lo mitológico nos sirve de magnífica excusa... ¡ay, como siempre! Con tu permiso se lo haré llegar a mis alumnos y a otras personas decentes. Un abrazo
    Enrique

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  6. Buenísimo, profesor Conde. Pero creo que sería bueno introducir un matiz: la diferencia es que los divinidades antiguas se conformaban con un par de sacrificios, más o menos pequeños, mientras que los de ahora parecen estar siempre ávidos, rapaces, con un apetito extremo.

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